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martes, 10 de abril de 2012

TACONES ALTOS, UNA BELLEZA PELIGROSA

¿Sabe usted de donde vienen los tacones? 

Le contaré una historia que dice mucho de lo vanal de las modas. En el siglo XVII había en Francia un rey muy bajito. 

Ser bajo de estatura no es problema pero para un rey cuya presencia es lo más importante le traía muchos dolores de cabeza. No podía pasar frente a un espejo sin acicalarse y empinarse un poco para sentirse más alto. Él era el Rey, el monarca absoluto. Había hecho de Francia la primera potencia militar y cultural de Europa. Todos le obedecían a él y él no obedecía a nadie.

Luis XIV, el Rey Sol, mirado y admirado por todos. Damas y nobles hacían una obligada reverencia a su paso. Tal vez era el único momento en que el Rey aliviaba su complejo de baja estatura.

Su largo reinado de 72 años le dio tiempo para las mayores extravagancias. Y casi todas iban destinadas a mejorar su insignificante imagen física.

Enormes pelucas, vestidos con encajes venecianos, maquillajes, baños en perfume... hasta que al Rey se le ocurrieron... los zapatos. Llamó de urgencia a su zapatero personal, y le pidió añadir varios centímetros a los tacones.

 
Nobles y damas se entusiasmaron al ver el nuevo porte del Rey. Y se apresuraron a aumentar la altura de sus zapatos para seguir la nueva moda. El palacio de Versalles se llenó de tacones altos.

El rey exigió más centímetros en sus tacones. Y también comenzó a adornar su calzado con vistosos lazos, piedras preciosas, suelas de color rojo...
Hasta tal punto Luis XIV reclamaba la exclusividad de sus zapatos, que ordenó pena de muerte para quien se atreviera a usar modelos similares.

En 1715, el vanidoso Rey Sol llegó a su ocaso. Murió. Entonces, los nobles descendieron a su estatura normal. Pero las damas continuaron su carrera hacia arriba.

Tacones de 15 centímetros, de 17, de 19, de 21... En los palacios, algunas tenían que ayudarse de bastones para mantener el equilibrio y no caer de narices.  Con el fin de la monarquía francesa, terminaron los zapatos como signo de privilegio. A partir de entonces, los tacones femeninos subían o bajaban según los caprichos de la moda.
 

Bajo el influjo del mercantilismo las fábricas de zapatos comenzarón a anejar la moda: "Más que de privilegio, los tacones son signo de sensualidad. Una mujer con zapatos altos camina erguida, el pecho se proyecta, las piernas se alargan, los tobillos se realzan... es como si fuera a echarse a volar en cualquier momento... ¡Una belleza!"

Por el contrario los médicos siempre dijeron lo contrario: "Muy bonitos, sí, pero... ¿y después? Con esos tacones de aguja la mujer fuerza todo el cuerpo. No camina bien, porque no se apoya en el talón. Artritis en las rodillas, juanetes, desviaciones de la columna, inflamación de los tobillos... ¡Un peligro!"

¡Ah! Pero que importa lo que piensen los médicos, al fin y al cabo ellos no pagan la publicidad. Tacones altos: una belleza peligrosa.

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