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viernes, 15 de abril de 2011

Los Kichwas y quechuas: LA LENGUA DE LA GENTE

La casa comunal está muy animada. Las mujeres han preparado la chicha de yuca, que ya está lista en las tinajas.
Entre risas, la convidan en lindas mocahuas a los varones quienes, luego de varios días de internarse en la selva, han traído aves, guantas y monos, demostrando sus habilidades en la cacería.
Jista se llama esta fiesta y es una de las más antiguas costumbres kichwas amazónicas.
Celebran los alimentos conseguidos en la selva y es el momento de repartir entre sus familiares del ayllu y hasta con otros grupos lo que han producido en sus huertas.
Si no compartimos, si no tenemos generosidad en nuestros corazones, se viene el mútsui, la pobreza. Y nos faltará todo para comer. Nuestras tierras y ríos se secarán. Las wawas morirán.

Quechuas en Perú y Kichwas en Ecuador, esta nacionalidad amazónica se originó con la mezcla de varios pueblos debido a migraciones forzosas durante la conquista española
 ... a la esclavitud en la época del caucho...
 ... y a los matrimonios interétnicos

El idioma quechua fue impuesto por los jesuitas en el siglo 17.
A estos indios no hay quién los entienda. Pero la lengua de los serranos servirá para que trabajen… y para evangelizarlos.
Y es así como muchas generaciones de quijos, canelos, urarinas, shimiages, arabelas, muratos, achuales, záparos, tucanos, shuaras, achuares y secoyas acordaron hablar el runa shimi, la lengua de la gente, sin olvidar sus propios idiomas.
El runa shimi, una lengua que les fue impuesta.

Ah, uno de mis tíos ha venido del Perú. Allá también hay kichwas, quechuas se hacen llamar, pero todos somos familia. Nuestro yachag dice que nuestro pueblo es grande.

Los kichwas y quechuas son el pueblo más numeroso de la Amazonía.
Cerca de 80 mil habitantes en Ecuador, ubicados en las provincias de Sucumbíos, Napo y Pastaza, hasta el alto Amazonas.
Y en el Perú, 33 mil habitantes, divididos en tres pueblos: Quechua Lamista, Quechua del Napo y Quechua del Pastaza.

Desde siempre la economía del pueblo kichwa se basaba en la caza, la pesca y el cultivo de la yuca, el plátano, maíz, papa china, chonta y maní.
Pero desde hace pocos años, las empresas madereras, las minas y el petróleo impactaron fuertemente en su vida y su modo de trabajo.
Actualmente, se dedican al comercio, y al ecoturismo. Esta última actividad representa una esperanza para su desarrollo. Tienen la belleza de la selva para mostrar y el arte ancestral de las mujeres.
A los turistas les gusta la cerámica con figura de jaguar, de sapo, de la anaconda.
Lo ha n aprendido de las abuelas y las madres. Pintan a la tortuga de agua, que es la silla del poder de Tsumi, el gran shamán.
Los pueblos kichwa de Ecuador y quechua de Perú defienden su cultura y su territorio.
En Ecuador, están organizados en comunas, centros y federaciones. Y a nivel nacional forman parte de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE.
En Perú, integran la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, AIDESEP.
Ambas son parte de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, COICA.

Somos una gran familia, un muntum que vivirá siempre. Un samai que se transmite a través de los tiempos. Somos los quichua runa, la gente quichua. Una gran cultura amazónica.

jueves, 14 de abril de 2011

EL pueblo ACHUAR: LAS SIETE ESRELLAS DE MUSACH

Miren el cielo. La noche está estrellada y se puede ver bien claro a los Musach.
Ahí, miren. Esas siete lucecitas que están juntas.
Ellas nos señalan cuándo debemos sembrar, cuando florecerán los árboles, cuándo vendrán las lluvias.
¿Cómo llegaron al cielo esas lucecitas?

Eran siete huérfanos que vivían con sus padres adoptivos.
Una noche, se sintieron tristes y decidieron escapar construyendo una balsa.
Era el tiempo de las inundaciones y ellos se aventuraron aguas abajo.
Ankuaji, el padre adoptivo, vio la balsa que bajaba por el río y decidió alcanzarlos en su canoa para traerlos de regreso.
Los huérfanos se alejaron más y más hasta que llegaron al lugar donde el río se encuentra con el cielo.
Hicieron una escalera de bambú y subieron.
Ankuaji también subió, pero nunca pudo alcanzarlos.
En noches como ésta podemos ver su eterna persecución.

Los Achuar tienen una relación extraordinaria con la naturaleza.
Son grandes astrónomos y han logrado construir su calendario agrícola en base al movimiento de las siete estrellas conocidas como Las Pléyades o Musach, visible para ellos entre julio y abril.

Hablan el Achuar chicham y son de la misma familia lingüística de los Shuar en Ecuador, y los Awajún, aguaruna y huambisas en Perú
El pueblo Achuar se denomina a sí mismo como la gente de la palmera de aguaje, Achu shuar, abundante en los pantanos de la amazonía.
Son pocos, unos 18 mil entre hombres y mujeres. Viven en las provincias ecuatorianas de Pastaza y Morona Santiago. Y en el Perú, en la región de Loreto. Ambos territorios fronterizos.
En 1941, estalló una guerra entre ambos países y los Achuar se encontraron divididos en dos “nacionalidades”.
Siguieron viviendo en aislamiento extremo y su territorio fue considerado "tierra incógnita" hasta finales de 1960.
La vida les cambió radicalmente en los años 70. Primero, llegaron los misioneros evangélicos y católicos y cambiaron su modo de organización para reunirlos en comunidades.
Y casi enseguida, los invadieron las grandes empresas. En ambos países, el territorio Achuar es rico en petróleo.
La Occidental Petroleum, la depredadora Oxy, empezó a extraer el petróleo en una región remota del río Corrientes, habitada desde siempre por el pueblo Achuar.
Durante sus 30 años de operaciones, esta empresa, que luego vendió sus pozos a Pluspetrol, vertió 9 mil millones de barriles de residuos tóxicos en los ríos utilizados por los Achuar para beber, bañarse y pescar. Se considera el mayor desastre ecológico de la historia contemporánea.
Las organizaciones achuar peruanas y ecuatorianas presentaron denuncias ante la justicia norteamericana por los daños ambientales ocasionados por la Oxy y la Chevron Texaco, logrando que salieran de sus territorios.
Pero hay otras que se han quedado y gobiernos que lo han permitido.

Apu, si todos los ríos se tapan con petróleo y los peces se mueren, ¿cómo viviremos?
Me gustan los árboles, me gusta comer aguajes y chontacuros, Apu.
No nos iremos. Nuestros chamanes han tenido visiones con natem y maykiua y se han bañado en la cascada sagrada.
Ellos han visto a Arutam, nuestro dios guerrero. Él ha dicho que debemos seguir luchando.
Yo tomo guayusa cada mañana, Apu. Para ser fuerte y valiente.
Yo también, Apu. Y me pinto mi cara con achiote para ser alegre y valiente.

La guayusa es la planta con mayor contenido de cafeína en el mundo.
Hombres y mujeres la toman cada día para tener energía y eliminar las impurezas del espíritu.
Los achuar buscan su desarrollo respetando el equilibrio de la naturaleza.
Así, han creado un gran complejo ecoturístico natural en la comunidad de Kapawi, frontera ecuatoriana-peruana junto al río Pastaza.

En noches como ésta la Charapa nujintri, la que ellos llaman vía láctea, se puede ver.
Los animales recién nacidos, los Tanku takiamu, salen de sus huevos. El aguaje florece.
Es tiempo de esperanza, tiempo de crecimiento para nuestro pueblo.
Y las estrellitas de los huérfanos Musah nos indican que vamos a cosechar la paz.

miércoles, 13 de abril de 2011

EL CAMINO DE LOS SUEÑOS


La chicha está fuerte. Como para empezar bien el día… y para escucharnos los sueños…

- Yo soñé con agua y muchos peces. Eran plateados, brillantes. - Entonces, eso es una gripe, debes cuidarte. Eso es así, los sueños nos cuentan lo que va a ocurrir.

Y lo que pasó antes, de antes que tú nacieras. Cuando nuestro pueblo sápara era grande y vivíamos felices cazando y pescando en la selva…
En aquel tiempo no había hambre.
Tú eres “ali muskuyuj”, un buen soñador… Cuéntanos para saber la historia…
Yo soy historia. Nací antes de mi abuelo.
El ayahuasca me llevó al mundo de los sueños y ahí estaba mi abuelo, un shímano, “chamán” poderoso.
También vi cómo nuestro pueblo fue desapareciendo, cómo la muerte llegó al lado de los españoles y los patrones del caucho.
La muerte llegó pero nosotros resistimos.
Nuestro pueblo sólo dejará de existir el día en que renunciemos a Piatsaw y Tsamaraw, nuestros dioses y maestros, para creer en el dios de los blancos.

Durante la conquista y la colonia española, los sápara vivían entre el río Napo y el río Pastaza, hasta el Marañón.
Su territorio se extendía desde la llanura andina ecuatoriana hasta la frontera peruana.
Las epidemias traídas por los europeos, el tráfico de esclavos, la explotación del caucho, los minerales, las guerras con otras nacionalidades, redujeron a la población sápara hasta hacerla casi desaparecer.
A principios del siglo 20, todavía existían más de 200 mil sáparas.
En la actualidad, no hay más de 1400, separados en territorio peruano y ecuatoriano.
En el año 1941, una guerra entre Ecuador y Perú dividió a las nacionalidades indígenas del oriente ecuatoriano al establecer límites fronterizos.
A partir de ahí, los sápara vivimos divididos entre ecuatorianos y peruanos.
La mayor parte de la población de la nacionalidad sápara se autodefine como kichwa, y por eso estamos en peligro de extinción.

¿Por qué nos separan?
¿Dónde quedará Amazanga, el maestro que nos enseñó a cazar, a pescar y es el guardián de los animales, los sacha runa, que cuidan el bosque?
¿Dónde los yacu runa, padres de los ríos y los urcu runa, espíritus de las montañas?
¿Los espíritus de nuestros antepasados con los que nos comunicamos, dónde los encontraremos?

Las misiones de los jesuitas y los dominicos también les causaron un grave daño al obligarlos a usar el kichwa como lengua común para facilitar la “evangelización”.
Hoy sólo unos diez ancianos hablan la lengua Sápara.
En el 2001, la UNESCO reconoció a la nacionalidad sápara como obra maestra del “Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”, financiando un proyecto para revalorizar su idioma y su cultura.
Actualmente, el primer objetivo de la NASE (Nación Sápara del Ecuador), es revitalizar su cultura, su idioma y el chamanismo. Pero otros problemas los amenazan.

¿Qué va a pasar si es que entran las compañías petroleras? ¡Nos van a destruir!. ¿A dónde iremos?

El pueblo sápara, el mejor cuidador de la amazonía, el que sabe hablar con sus antepasados y los espíritus de la selva, pone su esperanza en Piatsaw, guía de sus sueños, quien no permitirá que desaparezcan.
Quien no sabe soñar es un ser incompleto.
Con sueños vivimos, con sueños estamos caminando.

martes, 12 de abril de 2011

El pueblo Awá: EL SILBIDO DEL QUINDE


El pueblo Awá, gente del monte, gente de la selva… de ahí vienen, de ahí venimos…
ahora vivimos en la ciudad. ¿Cuándo regresaremos a nuestra tierra? Pronto, muy pronto…

La historia de nuestro pueblo…
Antes, mucho antes, no existía gente. Sólo árboles cubiertos de barbacha.
Había un árbol grande con bastante barbacha negra.
Ésta fue creciendo y creciendo con el agua y llegó hasta topar la tierra.
Así nació nuestro mundo, el Inkal Awá.
Sí, el mundo donde estamos nosotros y todo lo que existe: los árboles, los animales, los ríos, las nubes, el sol, la luna, el trueno, los espíritus de la selva, el astarón, la viuda, el disgalla.
El Inkal Awá.

El pueblo awá viene de los grupos indígenas que poblaron la parte sur occidental de Colombia, en el litoral del Departamento de Nariño. Eran los sindahua, descendientes de los mayas. Su idioma original es el apawit.
Cuando los españoles comenzaron la conquista del Imperio Inca en Perú, su ruta de abastecimiento fue por la costa pacífica, desde Panamá. En esta zona, ahora conocida como Barbacoas, en Nariño, los españoles encontraron a los sindahua. Los españoles fueron derrotados por los sindahua una y otra vez durante cien años. Al final, la pólvora de los invasores se impuso…

De esta forma, comenzó un largo proceso de colonización de las tierras tradicionales de los sindahua-awá y los desplazamientos forzados que continúan hasta la actualidad…

Si somos de la selva, ¿por qué vivimos en Ricaurte, abuela? ¿Por qué salimos de nuestro pueblo?

Hace mucho tiempo, el cielo se llenó de luciérnagas. El quinde silbó tres veces y la lechuza cantó cada noche.
Tuvimos miedo. Ellos anunciaban que algo muy terrible iba a sucederle a nuestro pueblo…
La violencia de la Guerra de los Mil Días en Colombia, desde 1896 a 1899, hizo que los awá comenzaran a emigrar hacia Ecuador.

Se asentaron en las provincias del Carchi, Esmeraldas e Imbabura, donde había buena tierra para cultivar, buena caza y pesca.
Pero no sólo esa guerra los sacó de su territorio colombiano. También el Plan Colombia y las fumigaciones de glifosato sobre sus cultivos, el narcotráfico, la guerrilla, las minas antipersonales, los paramilitares, el ejército, las mineras, la palma aceitera….
De las decenas de indígenas asesinados en Colombia hasta el 2009, la mitad son awás. El gobierno los acusa de colaborar con la guerrilla…

El pueblo awá colombiano, con unos 30 mil integrantes, ubicados en 27 resguardos en Nariño.
En Ecuador 3,500 personas ubicadas en 21 centros comunales reconocidos legalmente.
Los awás se han organizado para defender sus territorios, que llaman resguardos.
En Colombia, la Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA), y la Organización Nacional Indígena (ONIC).
Y en Ecuador, la Federación de Centros Awá (FCAE).

Nosotros somos gente de paz. Y estas guerras no son nuestras. Nuestros antepasados, los attim-aldem, los indios bravos, regresarán para defendernos.
Y algún quinde, un colibrí de larga cola, silbará sólo una vez anunciando buenas noticias.

lunes, 11 de abril de 2011

ARUTAM, EL ESPÍRITU DE LA SELVA


“Reconociendo nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando a la naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra existencia...”

Este es el comienzo de la Constitución del Ecuador, similar al inicio de la nueva Constitución Boliviana: “En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra Amazonía, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas”.

Los pueblos y nacionalidades indígenas siempre han vivido y entendido la conexión de la Madre Tierra con quienes la habitan. Cuidarla, sentirla y respetarla es la única manera de asegurar nuestra propia existencia.

Este 22 de abril, el Día de la Tierra, es día de celebración. Se comparten las vivencias de cinco pueblos transfronterizos y su relación con la Pachamama o Madre Tierra, situados en las zonas de Ecuador-Colombia y Ecuador-Perú: Los Awá, Los Achuar, Los Kichwa, Los Sápara y Los
Shuar

UWISHIN dice: No pudieron. Ni los incas ni los hombres de barba pudieron con nuestros antepasados.
Ellos no dejaron que les quitaran nuestra tierra, que esclavizaran y mataran a los Shuar. 
Kirup estaba al frente.
Kirup, el más valiente, poseía el Arutam, el espíritu de la selva que hace invencibles a los guerreros Shuar.
Él fue guiado por Etsa, nuestro padre Sol, para vencer al mal, para hacer justicia y volver al equilibrio.
Uwishin, yo quiero ser como Kirup. Quiero defender a mi pueblo de los invasores.
Es largo el camino, hijo. Pero tu abuelo y tu padre han recibido el Arutam de guerreros. Tú serás como ellos.

En Ecuador se los conoce como Shuar, y en el Perú como Awajún- Aguarunas y Wampis-Huambisas.
Los españoles los llamaban jíbaros, sinónimo de salvajes, por la costumbre de practicar la tzantza, reduciendo la cabeza de sus enemigos.
La tzanza se hacía para que el vencedor tenga suerte y se aleje de él, todo mal.
Para que olvide la guerra, para que la tierra del muerto quede abandonada y la maleza borre sus caminos.
Así se restablecía la justicia y la comunidad podía vivir en paz y alegría.

En el Ecuador, los Shuar son aproximadamente 120 mil personas. Habitan las provincias de Zamora Chinchipe, Morona Santiago, Sucumbíos, Orellana y el sur de la provincia de Pastaza. Su idioma es el Shuar chichám.
En el Perú, los Awajún-Aguarunas son también cerca de 45 mil, ubicados en las cuencas de los grandes ríos de los departamentos peruanos de Amazonas, Cajamarca, Loreto, y San Martín.
Los Wampis-Huambisas son cerca de lo conforman 10 mil personas. Habitan los ríos Morona y Santiago y los departamentos de Amazonas y Loreto.
Los
Shuar, Awajún y Wampis vivieron hasta hace poco aislados, por lo difícil del territorio amazónico y por su fama de guerreros.

Sin embargo, la extracción del caucho y la canela, las misiones de evangelización, la guerra entre Perú y Ecuador en 1941, las empresas petroleras, mineras y madereras, provocaron la pérdida de sus territorios y la destrucción de la naturaleza.
Los Shuar se han visto empujados a ocupar tierras ribereñas y de selva baja en territorio peruano.
¿Escuchas? Es Kirup. Está molesto por la destrucción de nuestra casa, por la contaminación de los ríos y la tierra.
Son los guerreros de hoy que hablan por la radio para restablecer el equilibrio. Para expulsar a los nuevos invasores que traen hambre y miseria para los
Shuar.
Los
Shuar, Awajún y Wampis están organizados en varias instituciones indígenas, tanto en Ecuador como en Perú. A través del trabajo que realizan sus dirigentes, en conjunto con las comunidades de base, siguen luchado, en pleno siglo 21, para proteger su cultura y su territorio amazónico de las grandes empresas mineras y petroleras.
Entre abril y junio de 2009, los Awajun-Aguarunas y los Wampis-Huambisa, junto a otros grupos indígenas de la selva en Perú, se levantaron para oponerse a la entrega de la Amazonía a las empresas petroleras, que el gobierno aprista estaba orquestando a través de un paquete de leyes denominada “La Ley de la Selva”.
Mientras tanto, en septiembre del mismo año, los
Shuar en Ecuador, apoyaron la protesta nacional indígena en contra de la aprobación de la Ley de Aguas, en donde en enfrentamientos con la policía nacional, muere el profesor Bosco Wisuma.
Hoy, la lucha no es sólo con lanzas, flechas, y curare. Hoy, los
Shuar, Awajún y Wampis, hombres y mujeres, levantan su voz y por su boca sale el mandato de Etsa, nuestro padre Sol, para derrotar el mal. Para que, al fin, nuestros pueblos puedan vivir en paz.