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jueves, 11 de agosto de 2011

El arbol de los problemas


Un hombre se decidió a reparar una vieja casa que tenía en una granja. Contrató a un carpintero que se encargaría de todos los detalles logísticos de restauración. Días después fue a la granja, para verificar como iban todos los trabajos. Llegó temprano y se dispuso a colaborar en los quehaceres que realizaba el carpintero. Ese día parecía no ser el mejor para él. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder dos horas de trabajo. Después de repararla, un corte de electricidad en el pueblo le hizo perder dos horas más de trabajo. Tratando de recuperar el tiempo, partió dos cierras de su cortadora. Ya finalizando la jornada, la pega que disponía no le alcanzaba para mezclar su fórmula secreta de acabado.

Después de un día tan irregular, ya disponiéndose para ir a su casa, el camión se le negaba a arrancar. El dueño de la granja se ofreció a llevarlo. Durante el trayecto, en lugar de apreciar los hermosos paisajes de la granja, el carpintero iba en silencio meditando. Parecía un poco molesto por los desaires que el día le había jugado. Después de treinta minutos de recorrido llegaron a casa del carpintero e invitó al dueño de la granja para que conociera a su familia.

Mientras se dirigían a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, de color verde intenso y por demás hermoso.
Tocó varias ramas con sus manos, mientras admiraba sus preciosas hojas.
Cuando abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas y alegría. Sus hijos se lanzaron sobre él, dando vueltas en la sala. Le dio un beso a su esposa y presentó a su acompañante. Luego le invitó algo de comer.

Al despedirse, el carpintero acompañó al dueño de la granja hasta el carro.
Cuando pasaron cerca del árbol, el visitante le preguntó acerca de su conducta con el árbol.
-         ¡Ohh!, ese es mi árbol de los problemas - contestó el carpintero - sé que no puedo evitar tener dificultades en mi trabajo, percances y alteraciones en mi estado de ánimo. Pero una cosa si es segura: Esos problemas no pertenecen ni a mi esposa y mucho menos a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el “árbol de los problemas” cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo nuevamente.
Lo divertido es, dijo sonriendo el carpintero, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.

El hombre se subió a su carro, meditando sobre la estrategia del carpintero para ser más feliz y evitar contaminar el hogar con los problemas laborales.
-         Valió la pena el paseo de hoy.

Llegó a la granja y se dispuso a seleccionar su árbol de los problemas. Lo colocó en el vehículo, y desde entonces cada vez que llega a su hogar ya saben lo primero que hace.

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