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martes, 8 de noviembre de 2011

Derechos intelectuales

Era el 17 de septiembre de 1903. En una playa de Carolina del Norte, Estados Unidos, Orville y Wilbur Wright volaron el primer aeroplano... Aquella aventura duró apenas un minuto y medio. Pero los inventores, los hermanos Wright, demostraron que los seres humanos podíamos caminar, correr, nadar... ¡y también volar como los pájaros!

En el mundo entero hubo una explosión de euforia ante la nueva tecnología. Se abría una etapa grandiosa para la humanidad. Pero nunca falta un pelo en la sopa...
Porque en aquella época, a inicios del siglo 20, cuando los hermanos Wright inventaron el aeroplano, había leyes estadounidenses bastante curiosas. Por ejemplo, la ley decía que el propietario de un terreno era también dueño de todo lo que tenía debajo de sus pies y también del aire que tenía sobre su cabeza. Los derechos sobre la tierra llegaban hasta los cielos.

Y sucedió que los nuevos aeroplanos comenzaron a cruzar los cielos. Y pasaban por encima de muchas granjas. Y las gallinas de los granjeros se asustaban con aquel ruido...
En 1945, Thomas Lee y Tinie Causby, dos granjeros de Carolina del Norte, presentaron una denuncia contra los aviones, imaginesmos un poco como fue la denuncia:

- Señor juez, se nos están muriendo las gallinas, Señor Juez. El maldito ruido de esos malditos aeroplanos no las deja dormir.
- Pero míster Causby, comprenda que... 
- No comprendo nada. Las tierras son nuestras y el aire también. Estonces, esos malditos aeroplanos no pueden cruzar sobre nuestras tierras sin permiso. ¿Qué dice la ley? Que tenemos derechos reservados sobre el aire.
- Mire, míster Causby, y usted, míster Lee... En efecto, así dice la ley. Pero esa ley ya se ha vuelto obsoleta en el mundo moderno.
- La ley es la ley, señor Juez.
- Y los aeroplanos son los aeroplanos, míster Causby. El aire es una autopista abierta, pública, libre. De lo contrario, cualquier vuelo tendría que pagar miles de peajes y regalías a todos los granjeros de la tierra. Es cuestión de sentido común.


Hoy, en pleno siglo 21, hay gente que ha perdido el sentido común y pretende cobrar derechos parecidos a los que reclamaban los granjeros Causby y Lee. Ahora no sobre el espacio aéreo, sino sobre los espacios culturales.

Está prohibido copiar música, está prohibido copiar libros, está prohibido copiar películas, está prohibido copiar... prohibido copiar... prohibido copiar...
Con mentalidad de gallina, pretenden cobrar derechos de autor y ponerle “copyright” a la cultura...
¡Usted va preso por andar bajando música de internet!

Copiar no es un delito. Es un derecho cultural. La cultura tiene que ser como los aeroplanos, libre y universal. Compartir por internet libros, discos, películas, música... no es ningún delito. O es delito prestar un libro a un amigo (bueno quizá si es una tontería, porque no lo devuelven, pero no un delito).

Intercambiar archivos, enlazar páginas de internet, no es ningún delito. Al contrario, es un acto de generosidad intelectual.

Las sociedades de autores y editores, las empresas dedicadas a lucrar con la llamada propiedad intelectual, mercenarios de la cultura, tienen los días contados. Es más todos sabemos que se lucran son las editoriales y casas de música pero los autores y artistas viven es de sus conferencias y de dar conciertos, lo que reciben por derechos de autor es casi nada.
Como aquellos granjeros miopes, Lee y Causby, que no entendieron el mundo en que vivían.

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