19 nov, Día contra el maltrato infantil - SINDORME DEL NIÑO SACUDIDO
Qué le pasa al niño? Un bebé llora que llora y nada lo calma? Tal vez tenga frío, calor, cólicos de gases, hambre… Pueden ser varias
cosas. Si está muy nerviosa, llame a otra persona para ayudarla. Por
cierto, ¿oyó alguna vez del síndrome del niño sacudido?
Una noche de enero del 2002, el alpinista suizo Erhard Loretan, famoso
por escalar las montañas más altas del mundo, intentaba dormir. Crispado
por el llanto de su bebé, hizo lo que hacen muchos padres: lo agarró de
los hombros y lo sacudió para cortarle el berrinche. La reprimenda, que
duró unos segundos, tuvo unas consecuencias dramáticas.
Las lágrimas del pequeño Ewan, de siete meses, dejaron de brotar y su respiración se volvió entrecortada. Nada pudieron hacer por él. Veintidós horas después, moría en un
hospital de Berna. Los médicos dijeron que la criatura había sufrido
graves daños cerebrales a causa del llamado Sindrome del niño sacudido.
¿El
síndrome del niño sacudido es algo nuevo? Desgraciadamente, no. Es una de las causas más comunes de muerte por
maltrato, pero ocurre que los niños no presentan síntomas visibles y es
difícil saberlo en un examen sencillo.
¿Y cuáles son los síntomas? Pérdida de apetito, llanto, palidez, hasta los vómitos y convulsiones que se pueden confundir con un problema viral. ¿Entonces? ¿Cómo saberlo? Un examen oftalmológico puede detectar sangrado detrás del ojo o
desprendimiento de la retina. Y si a esto se suma moretones en los
bracitos o fractura de costillas tenemos un caso de maltrato infantil.
¿Pero, es tan grave sacudir a un bebé? Bastan dos o tres segundos para ocasionarle serias lesiones cerebrales.
Hasta los tres años de edad, la cabeza del niño es muy frágil y el
cerebro se encuentra en formación. Si lo sacuden fuertemente se produce
el “efecto coctelera”. ¿Cómo es eso? El cerebro va y viene una y otra vez muy rápidamente, golpeándose
contra las paredes del cráneo. Se producen hemorragias y la sangre se
acumula en la zona que envuelve el cerebro. Puede morir o dañarse las
neuronas para siempre.
En el caso del alpinista, él no quiso matar a su hijo. Él no lo sabía y tampoco lo saben quienes juegan
bruscamente con su bebé. Por ejemplo, la costumbre de lanzarlo al aire, o
de agarrarlo de las manitas y darle vueltas, o de montarlo a caballito y
correr…
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