Han pasado diez
años desde el increíble ataque terrorista que estrelló cuatro aviones llenos de
pasajeros inocentes contra los edificios que simbolizaban el poder económico,
político y militar de los Estados Unidos en Nueva York y Washington.
Unas 3.000
personas murieron ese día, y otros mil más en los días sucesivos a causa del
polvo y de las toxinas que se dispersaron con la caída de las Torres Gemelas.
Los sacrificios realizados por los primeros en responder durante el 11S
ofrecieron un rayo de luz en un “día de oscuridad". Ese fatídico día no sólo
murieron ciudadanos de los Estados Unidos, sino gente de más de 70
nacionalidades, de diferentes credos y culturas.
Mientras que
muchos trataban de escapar de una muerte inminente, cientos de personas corrían
hacia el peligro para ayudar a las víctimas. Ellos dieron sus vidas por salvar
otras. Estaban convencidos que eso era lo que tenían que hacer y estaban
preparados para hacerlo. El sacrificio de los bomberos de Nueva York y de otros
que actuaron como ellos sigue siendo un mensaje de luz esplendorosa en un día
de oscuridad. Se calcula que más de 400 voluntarios murieron el 11 de
septiembre, incluidos los 343 miembros del New York Fire Department.
Lo más
lamentable es que el nuevo milenio que acababa de comenzar no se convirtió en
un tiempo de paz sino que, una vez más, en un tiempo en que el odio quiso
mostrar su poder. Y diez años después todavía existe la guerra y los problemas
no se han resuelto, a pesar de las guerras que siguieron no parece que el
terrorismo vaya a acabar por ello. Hoy, por ejemplo, nos llegan noticias que un
grupo talibán lanzó un ataque coordinado contra embajada de Estados Unidos y
cuartel general de la OTAN en Kabul. Los atacantes talibanes estaban armados
con lanzagranadas, AK-47 y chalecos suicidas. El ataque se produjo menos de dos
meses después de que las fuerzas afganas asumieran la responsabilidad formal
por la seguridad en la capital. El terminó tras casi 24 horas, once
civiles y cuatro policías afganos perdieron la vida. Esto es solo un ejemplo de
una guerra que inicio como respuesta al 9-11.
Con todo, a
pesar de la tragedia del 11 de septiembre, el odio no fue la respuesta
principal: ¡Con cuánto compromiso de compasión, de servicio, de oración, con
cuánto deseo de comprensión, de diálogo y de paz, respondieron, de forma
discreta pero concreta, aquellos que no se dejaron llevar por la desesperación
ni por el deseo de venganza! ¡Cuánto odio pero también cuánto amor! ¿Quién
prevaleció? ¿Quién prevalece hoy? ¿Quién prevalecerá? Nosotros, que nos
inspiramos en el nombre de Dios, queremos que todos los que le dan culto
recuerden una vez más la invencible voluntad de servir a la vida y a la paz.
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