Hace 800 años, en la noche del 19 de marzo de 1221, el día siguiente al Domingo de Ramos, Clara de Asís, toda ataviada, huyó de casa para unirse al grupo de Francisco de Asís en la capillita de la Porciúncula, que todavía hoy existe. Las clarisas de todo el mundo y toda la familia franciscana celebran esta fecha que conmemora la fundación de la Orden de Santa Clara extendida por el mundo.
Clara junto con Francisco –nunca debemos separarlos, pues se habían prometido, en su puro amor, que «nunca más se separarían», según la hermosa leyenda de la época– representa una de las figuras más luminosas de la cristandad. Es bueno recordarla en este mes de marzo, dedicado a las mujeres. Por causa de ella, hay millones de Claras y María Claras en el mundo. Ella, de familia noble de Asís, de los Favarone, y él, hijo de un rico e influyente mercader de telas, de los Bernardone.
Con 16 años de edad quiso conocer al ya entonces famoso Francisco, que andaba por los 30 años. Bona, su íntima amiga, cuenta bajo juramento en las actas de canonización que entre 1210 y 1212 Clara «fue muchas veces a conversar con Francisco, secretamente, para no ser vista por los parientes y para evitar maledicencias». De estos dos años de encuentro nació una gran fascinación del uno por el otro. Como comenta uno de sus mejores investigadores, el suizo Antón Rotzetter en su libro Clara de Asís: la primera mujer franciscana (Vozes 1994): «en ellos irrumpió el Eros en su sentido más propio y profundo, pues sin el Eros no existe nada que tenga valor, ni ciencia, ni arte ni religión, Eros que es la fascinación que impele a un ser humano hacia otro y lo libera de la prisión de sí mismo» (p. 63). Ese Eros hizo que ambos se amasen y se cuidasen mutuamente, pero en una transfiguración espiritual que impidió que se cerrasen sobre sí mismos. Francisco afectuosamente la llamaba «mi Plantita».
Cultivaron juntos tres pasiones a lo largo de toda su vida: la pasión por Jesús pobre, la pasión por los pobres y la pasión del uno por el otro. En ese orden. Planearon entonces la fuga de Clara para unirse al grupo que quería vivir el evangelio puro y simple.